Un profeta llamado Isaías

Hace mucho, pero que mucho tiempo, el pueblo de Israel poblaba ya la tierra de Palestina, y combatía como ahora contra los pueblos que allí habitaban. Los reyes que les gobernaban sólo pensaban en ampliar sus fronteras. Los jueces que intentaban solucionar los problemas entre los ciudadanos no eran justos, no ayudaban a los pobres, y se dejaban sobornar con facilidad. La gente estaba muy cansada de la muerte y de la destrucción que ocasionaban estas interminables guerras y deseaban con ansia la paz.
Un profeta llamado Isaías, hombre soñador, comunicó al Pueblo este mensaje que le susurró Dios cuando rezaba:
“Crecerá un brote del tronco de Israel, y un retoño de sus raíces brotará”. 
Se refería a un niño que iba a nacer, y que cuando se hiciese grande, tendría muchas cualidades. Continúa Isaías
“Sobre él se posará el Espíritu de Dios; lo hará sabio e inteligente, buen consejero y fuerte, conocedor de los misterios más hondos y amigo de Dios. En su vida, se dejará guiar por el respeto a Dios y a todos los seres vivos. 
No juzgará por las apariencias, ni por lo que le digan o dejen de decir otros. Juzgará con justicia a los débiles y a los fuertes, y ayudará a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel, no con armas, sino con palabras sinceras que lo harán sonrojar al verse descubierto en su maldad; y no tendrá miedo de denunciar las injusticias. 
Hombre Justo será llamado, siempre irá con la verdad por delante. 
Entusiasmará a muchos con su proyecto, y con el compromiso de los que creerán en él y continuarán su labor, se logrará una tierra donde reine la PAZ y la armonía; no sólo entre los hombres, sino entre estos y la naturaleza. Una tierra donde serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con la oveja; el gato y el perro jugarán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán a sus crías; el león comerá paja como los bueyes. Hurgará el niño en el agujero de la serpiente sin que le pase nada, y en el hoyo de la víbora el recién nacido meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Mundo, porque la tierra estará llena de conocimiento de Dios, como cubren las aguas el mar”.

Y así terminó de hablar el profeta, y el mundo tuvo que esperar aún muchos años hasta que naciera Jesús. Los cristianos creemos que este mundo de Paz y Armonía descrito por el profeta es posible si todos nos juntamos, creyentes, indiferentes y ateos; hombres y mujeres; niños, adolescentes y jóvenes… y hacemos una cadena de  favores que haga del amor la norma de vida, pues:
En Navidad y siempre vivir amando no es tiempo perdido y hacer todo con amor es una vida ganada, porque… en Navidad y siempre si no tengo amor no soy nada.

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