Cuántas noches oscuras
tengo que atravesar
aun en plena luz del día.
Cuánta negritud
que oculta las estrellas,
o las borra,
para solamente ver
aquello que quiero ver
o me quieren dejar ver.
Y tu estrella vuelve a brillar
con la fuerza escondida
y palpable
de la sencilla grandeza
de Dios.
Y en el rostro inocente de un niño
te veo, sí te veo,
y siento tu grito silencioso
de amor,
de paz y de vida.
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