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Todo el mundo te busca (Evangelio del Domingo 5 de febrero)


En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Marcos 1, 29-39

Hoy vamos a pensar en la persona que tenemos más cerca: en uno mismo. Sí, sí, en ti mismo que estás leyendo este post para preparar la misa del domingo.
Hoy nos vamos a preguntar si nosotros somos como esas personas que San Pedro le dice a Jesús que le están buscando. ¿Buscamos nosotros a Jesús? ¿Hablamos con Él? ¿Le contamos nuestras cosas? ¿Le damos gracias? ¿Le pedidmos consejo? ¿Le escuchamos?
Amigos y amigas, hoy vamos a pensar en todo lo que tiene que ver con la oración, que es la mejor forma de buscar a Jesús para estar un rato con Él.

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