Siguen siendo el "ejército de Dios", la avanzadilla de la Iglesia. Miles de hombres y mujeres que entregan sus vidas por el Reino. Y lo hacen de una forma total, sin reservarase nada para sí mismos. Entregándolo todo con sus tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Un ejército multicolor, por sus variados carismas y servicios. Por eso, mejor que un ejército, que suena a militarismo, habría que llamarles el "arcoiris de Dios". Bello, resplandeciente, siempre en medio de las oscuridades, de los infiernos y de las miserias del mundo. Siempre a pie de obra. La mejor encarnación de la Iglesia samaritana. Son lo mejor de la Iglesia o una de sus partes más bellas. Hoy, que es su fiesta, es justo y necesario reconocérselo y dar gracias a Dios por ellas y por ellos.
Sus cifras, en la secularizada España que vive inmersa en una profunda sequía vocacional, siguen siendo importantes. En estos momentos en España existen 300 congregaciones religiosas femeninas y 104 masculinas repartidas en 6429 comunidades religiosas. El número de religiosas es de 35.533. Religiosas de votos perpetuos son 33.288; jóvenes religiosas de votos temporales hay 2072, y 173 novicias.
En cuanto al número de religiosos, en nuestro país hay 10.325. De ellos, 9593 son de votos perpetuos, 562 religiosos jóvenes de votos temporales y 170 en periodo de noviciado. A estas cifras hay que añadir los 15.856 misioneros españoles, según fuentes de las Obras Misionales Pontificias. De los cuales 9.858 son religiosas y 5.998 religiosos.
Cantidad y calidad. Por su formación, por sus presencias, por sus carismas.
¿Y el futuro? ¿Y el relevo? Seguirá llegando. No como antes, lógicamente. Pero ya nada es como antes y, cuanto antes lo asumamos en la Iglesia, mejor. Sus vidas entregadas seguirán seduciendo a los jóvenes. Y si llaman menos a sus puertas no es por culpa de los frailes y de las monjas. Y no se les puede culpabilizar a ellos del descenso vocacional, como hacen los seectores más reaccionarios.
La vida religiosa tiene, pues, presente. Con renovaciones necesarias. Con fusiones, incluso, de pequeñas congregaciones y órdenes religiosas. Y, sobre todo, integrando y compartiendo su carismas con los laicos. Es la hora de los laicos-religiosos, que, asumiendo el mimso carisma, trabajen codo con codo con los religiosos y las religiosas. Y continúen con sus obras.
La vida religiosa tiene futuro. Sin ella, la Iglesia perdería parte de su corazón. Y la vida religiosa tiene pasado: decenas o cientos de años a sus espaldas. La mayoría han pasado ya por el crisol de la historia. Y eso es fundamental para una obra de Iglesia: la purificación temporal. Y si no que se lo pregunten a los Legionarios de Cristo y a otras muchas instituciones neoconservadoras.
Ad intra, las aguas de las relaciones con los obispos bajan más calmadas. Excelente labor la del obispo responsable de la Vida consagrada, Vicente Jiménez Zamora, y la del presidente de la Confer, Elías Royón. Las cosas se han resituado. Y eso que sigue habiendo obispos con tanto deseo de mando que hasta quieren mandar en frailes y monjas.
Tranquilas las aguas, habría que pedirle al padre Royón mucha más presencia mediática que la que tiene. Pasar de Nazaret a Jerusalén. La vida religiosa española tiene la potencia suficiente como para ser un actor más visible de la vida social de este país. Y, aunque al padre Royón no le guste la exposición mediática, la vida religiosa la necesita. Y la Iglesia, también. Una expposición mediática controlada y calculada, para hacer más visibles entre nosotros al "arcoiris de Dios".
José Manuel Vidal
No hay comentarios:
Publicar un comentario