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La unión hace la fuerza


Érase una vez una colonia de peces pequeños. Cierto día un pez enorme los divisó y se los tragó a todos. Bueno, a todos menos uno, el más pequeñito, al que sus compañeros llamaban “el veloz”. Lejos de entristecerse y asustarse se decidió a explorar todas las bellezas del océano. Un tiempo después encontró otra colonia de pequeños peces como él. ¡Qué feliz se sintió de hallar de nuevo compañía!. Les habló de los lugares que había visitado, les contó lo que le pasó a su colonia; y ellos le confesaron que no se alejaban de aquel lugar porque tenían miedo a los peces grandes. -“Escuchadme –les dijo- sólo hay una manera de seguir vivos y disfrutar de todo lo que el océano nos ofrece: unirnos y permanecer juntos. Agrupémonos, de tal manera que parezcamos un pez enorme y así infundiremos temor a todos los peces grandes” Los peces pequeños se agruparon en forma de un enorme pez, con “el veloz” abriendo filas, como un ojo vigilante, y así pudieron explorar el mar, felices y tranquilos.

Señor Jesús: La unión hace la fuerza, pero la unión supone esfuerzo y renunciar a los caprichos personales. Estamos hartos de comprobarlo en el deporte y en tantas otras cosas. Ayúdanos a ser promotores de la unión y la paz. Te pedimos por todos los promotores de unión y paz que trabajan en la sociedad.

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