Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre si, sin que fueran bastantes para avenirlos las exhortaciones de sus padres.
Un día les congregó a todos y mandando traer una porción de varas, y haciéndolas un haz, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:—De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros, pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.
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