“Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Creo en su soplo, imperceptible, pero lleno de fuerza, que nos estimula a crear comunión con nuestros hermanos. Creo que El nos hizo renacer de las aguas del bautismo, y nos constituyó hijos de Dios y hermanos de Cristo Jesús. Creo que en la confirmación renovó la gracia de Pentecostés y, fortalecidos con su unción, nos envió como miembros de un pueblo sacerdotal y profético a dar testimonio de Cristo en medio del mundo”
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