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Y tú, ¿a qué juegas?

Lc 16,19-31
¿En qué piensa el rico? ¿A qué juega? ¿A qué apuesta? ¿No se da cuenta de que hay alguien al que aplasta? ¿No percibe en su vida la presencia de Dios? ¿Se puede estar tan tranquilo jugando con la vida sin darle ningún sentido excepto el del acaparar?
Dios tiene la justicia en la mano. La justicia de Dios no es un dado que atemoriza, sino que es la única que asegura la dignidad, la salvación del que está aplastado. ¿Podemos quedarnos tan tranquilos mientras hay gente aplastada?
La vida es tiempo de elección. No perdamos este valioso don jugando a opciones equivocadas que conducen a la muerte. Dejemos las apariencias, el tener como supremo valor y miremos más al que tenemos al lado, a ver si necesita de nosotros y con nuestras miopías no somos capaces de echarle una mano con corazón.

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