Hoy, el evangelio nos habla de la fe, el don que Cristo resucitado hace brotar en el corazón de los hombres mediante la Palabra de Dios y los Sacramentos.
La fe, en efecto, es un regalo inmenso que puede mover montañas. Pero es preciso que la vida esté iluminada y penetrada por ella. “¡Auméntanos la fe, Señor!”, es el grito que dirigen los discípulos a Jesús, porque ellos saben que han recibido algo que tiene que crecer y que hay que cuidar.
Bien podría ser nuestro mismo grito en este día, y nuestro deseo de hacerla crecer y de cuidarla.
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