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¡Adelante, no tengáis miedo!

Estaba María junto al sepulcro fuera llorando [...] Jesús le dice: María. Ella se vuelve y le dice: Maestro. Jesús le dice: Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre […]. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: He visto al Señor. (Jn 20)

Quien deja de buscar, quien cree haber llegado al final del camino, quien siente haber alcanzado todos sus sueños, en parte deja de vivir. Nuestra búsqueda tiene mucho en común con esta María. Habrá momentos de  desconsuelo, y otros de reconocimiento. Sentiremos a veces sequedad, y en otros instantes mágicos percibiremos la hondura, la verdad, la alegría de un Dios que me llama por mi nombre, que me tiene tatuado en la palma de su mano, que me ilusiona. Y, como María, tendremos que acoger la alegría cuando venga, y al tiempo saber dejarla marchar, sabiendo que eso es la vida, una especie de baile, de camino, de canción que no se detiene en un  punto único, sino que siempre sigue. No intentes aferrar la alegría o poseerla; acógela como un regalo, disfrútala como un don, y si hace falta déjala marchar, que en otro recodo del camino volverá, nueva, fuerte, viva, como compañera del camino, no como única meta.

    En esa ocasión, para acompañar estas reflexiones, las acompañamos de una poesía de Mario Benedetti llamada Estados de Ánimo, y con la canción Adelante.

Estados de ánimo

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas

unas veces me siento
como un acantilado
y otras como un cielo
azul pero lejano

a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas

pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
como un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces

sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.

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