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¡Levántate y anda!

Camina por el “hombre Dios” y llegarás al
“Dios hombre”.
Vas a él, pero  vas por él.
Si él no hubiese accedido graciosamente
a ser el camino, todos nos hubiéramos extraviado.
No pierdas, pues, el tiempo
buscando  el camino. El camino mismo ha venido hasta ti. ¡Levántate y anda!

San Agustín, Sermón 141, 4, 4

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