Señor Jesús, que nos has llamado y nos sigues llamando cada día a seguirte.
Danos la fuerza de tu Espíritu para responder con fidelidad a tu llamada.
Tú, Señor, que viniste no a ser servido sino a servir, haz que aprendamos a dar sin exigir, a ser sin aparentar, a morir sin ver el fruto de nuestra propia muerte.
Que nos sintamos agradecidas cuando se nos concede el privilegio de ocupar el último puesto, honrado definitivamente por ti y por tu Madre en la entrega humilde por amor.
Que, siguiéndote siempre y sólo a Ti, a imitación de Maria,
a quien gozosamente reconocemos por Madre,
sepamos vivir en actitud permanente de servicio a gloria del Padre y en unión con todos nuestros hermanos.
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