Y continuó su precipitada marcha, horas más tarde, cuando aún el sol brillaba en todo lo alto, Demetrio llegó a la cima de la montaña y desde allí sus ojos se pusieron a buscar a Dios. Pero Dios no estaba. Dios se había ido a ayudar al herido que horas antes se cruzó por el camino. Hay, incluso, quien dice que Dios era el mismo herido que le pidió ayuda.
Dios está en el hermano que te necesita
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario