Tenemos muy presente tu invitación de seguirte y convertirnos en pescadores de hombres, pero muchas veces nos sentimos inseguros y desconcertados.
Practicamos la caridad, la limosna, la beneficiencia, y Tú, Señor, nos acusas de descuidar la justicia y conformarnos sólo con la asistencia.
Nos esforzamos por estar al servicio de la pobreza, y Tú, Seño, sueñas con vernos confundidos en medio de los más necesitados.
Sabemos que no existen verdades absolutas... y que hay momentos en que la persona necesita un pescado para luego enseñarle a pescar...
pero en estos tiempos de crisis, estamos más confundidos aún, ya que se nos hace difícil discernir cuándo las familias necesitan el pescado y cuándo es hora de enseñarles a pescar.
Comprendemos que la mejor manera de ayudar a la gente es "enseñarles a pescar" pero muchas veces no somos capaces de hacerlo y nos conformamos con dar el pescado o la caña el manual de instrucciones.
Ayúdanos Padre Bueno, a acompañar a las personas que necesitan de nuestra ayuda.
Ayúdanos Padre Bueno, a diferenciar cuando la caridad y la asistencia son las únicas alternativas para ayudar a paliar el sufrimiento y cuándo las personas están preparadas para aprender a pescar.
Padre Bueno, sé nuestro compañero de camino y no nos abandones en los momentos de débil esperanza.
Amén
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