A veces podemos ser un poco “burritos” -con todos los respetos a estos entrañables animales- en nuestro trato con el prójimo, con nosotros mismos y en nuestra relación con Dios. La cabezonería, el orgullo, el no dar marcha atrás, el “rebuznar”… Y, a pesar de todo, Jesús nos sigue eligiendo para compartir con Él su vida.
Vamos a entrar con Jesús en una semana intensísima, que irá desde la aclamación a la muerte más terrible. Acompañar a Jesús, como burritos o como cirineos, ¡qué más da!, lo importante acompañarlo, estar con Él, no dormirnos en Getsemaní, contemplarlo enla Cruz, en su muerte y, al final, alegrarnos enla Resurrección.
Mucha tela para un burrito, pero así de grande es el Señor. ¡Subamos con Él a Jerusalén!
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