Subidas y bajadas
Las subidas y bajadas en nuestra vida son parte de la existencia.
Lo normal es tener altibajos. Todos somos vulnerables al dolor, la soledad, la compasión, la inseguridad, el miedo… o por el contrario… todos somos sensibles al amor, la alegría, el esfuerzo, cariño o libertad.
Nuestro electrocardiograma no es otra cosa que la representación gráfica de la actividad eléctrica de nuestro corazón y en él tenemos momentos de subida y de bajada, pero si nos fijamos… la línea nunca es recta porque eso significaría «inactividad» y muerte.
Del mismo modo, lo que somos y vivimos siempre oscila entre la alegría y la tristeza, entre los problemas y las soluciones… ¡Qué importante que en la oscilación de nuestro corazón nunca estemos solos! ¡Qué importante que las bajadas sean acompañadas por quien nos quiere y las subidas sean celebradas con todos aquellos que nos encontramos!.
La vida nunca discurre sola, somos seres sociales y empáticos donde la cercanía, ayuda y consuelo es fundamental en esas bajadas y compartida en sus subidas.
Encar
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No dejes pasar la vida
No dejes pasar la vida sin vivirla a tope.
Somos luz cuando apostamos por la paz
Cuando apostamos por la paz, nos convertimos en portadores de una luz serena y poderosa que ilumina incluso los rincones más oscuros de la humanidad. En lugar de elegir la confrontación, optamos por la comprensión y la reconciliación, despejando el camino hacia un mundo más armonioso. Somos luz al priorizar el diálogo sobre la discordia, construyendo puentes en lugar de muros.
La apuesta por la paz implica un compromiso valiente con la resolución pacífica de conflictos, reconociendo la humanidad compartida que nos une más allá de nuestras diferencias. Esta luz que irradiamos es un faro que guía a otros hacia la compasión y la cooperación. Apostar por la paz implica una firme creencia en la capacidad de la humanidad para superar sus desafíos a través del entendimiento mutuo.
Cuando optamos por la paz, también cultivamos un entorno propicio para el crecimiento y la prosperidad. La luz que compartimos en este compromiso crea un espacio en el que florecen la creatividad, la solidaridad y la innovación. En lugar de invertir energía en conflictos destructivos, dirigimos nuestra luz hacia la construcción de un tejido social más fuerte y resiliente.
La apuesta por la paz es un acto de resistencia contra la violencia y la intolerancia. Al elegir la paz, desafiamos el ciclo de retaliación y abrimos la puerta a un ciclo de perdón y reconciliación. La luz que emanamos en este proceso actúa como un faro de esperanza, recordándonos que, a través de la paz, podemos construir un futuro más luminoso y prometedor.
En resumen, somos luz cuando apostamos por la paz. Esta elección consciente no solo influye en nuestro entorno inmediato, sino que también tiene el potencial de inspirar a otros a seguir el mismo camino. La luz de la paz es un recordatorio de que, en la búsqueda de la armonía, encontramos una fuerza transformadora que puede iluminar el camino hacia una coexistencia pacífica y significativa.
Cuenta conmigo, Señor
Señor, hazme instrumento de tu paz,
donde haya odio ponga amor,
donde haya ofensa perdón,
donde haya error ponga yo verdad.
El mundo necesita personas,
que no se guíen por dinero, bienestar y poder.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
El mundo necesita personas
que pongan al hombre como centro
de las personas, de los grupos, de la sociedad.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
El mundo necesita que el amor
sea el motor de sus acciones,
el motor de su historia.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
El mundo necesita personas
que hagan fraternidad donde estén,
que se dejen de palabrería y ayuden a solucionar
los problemas concretos de los hermanos.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
El mundo necesita personas
que lo den todo por el evangelio:
alma, vida y corazón,
y se pongan sin reservas al servicio de los demás.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
El mundo necesita personas
que anuncien con su palabra y con su vida
que el único salvador, que la única libertad
está en Jesús de Nazaret.
CUENTA CONMIGO, SEÑOR.
No te rindas
No te rindas,Aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero
Son como el monótono discurso de la lluvia, la indumentaria elástica de la paloma y el báculo del mar.
Las aspas del molino soñarán con el aire impetuoso que absuelve la maleza del campo,
mientras el labriego esparce la semilla de la consolación y brotan las lujuriosas hortalizas.
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz.
El pescador heroico recogerá las redes de fulgor plateado y ensalzará las olas.
Se aplacará la violencia hostil de los relámpagos y la luna allanará la senda del pastor solitario.
Nacerá la concordia en los barrios sombríos sin otro atenuante que el chorro miserable
de la fuente, sellada en el tiempo de sequía, y se amontonarán las hojas de los álamos.
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz.
No habrá ningún caballo que muera de tristeza ni un breviario escondido en el atril del templo,
ni la carta patética de un niño paralítico perdida en el buzón del tiempo malogrado.
Conmoverá el austero Sermón de la Montaña hasta alcanzar el íntimo territorio del hombre.
Se encenderán las lámparas de los orfelinatos y su luz compasiva reconciliará la tierra.
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz.




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