Encar
Optar por desgastarse
Encar
La escalera de la vida
Encar
Se hace camino al andar
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria de los hombres
mi canción.
Yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar,
bajo el cielo azul,
temblar súbitamente y quebrarse…
Nunca perseguí la gloria…
Caminante son tus huellas,
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar,
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en el mar.
(Antonio Machado)
Delicadeza de María
Eres, María;
delicadeza en la dureza
delicadeza cuando asoman las pruebas
delicadeza cuando llama Dios
delicadeza cuando te llaman los hombres.
Eres, María;
delicadeza en el trato con Dios
delicadeza con las necesidades de los hombres.
Eres, María;
delicadeza para embellecer nuestra fe
delicadeza para profundizar en nuestra oración
delicadeza que nos ayuda en la Eucaristía
delicadeza para escuchar la Palabra de Dios.
Eres, María;
flor delicada y cortada para Dios
flor con aroma de servicio
flor sin miedo a la espina de dolor
flor que, cuanto más se aprieta, más fragancia ofrece.
Eres, María;
delicadeza que se compromete
delicadeza que sabe darse
delicadeza que sabe respetar
delicadeza que sabe amar.
Eres, María;
un jardín donde crece la flor del gusto
tal vez, por eso mismo,
no quiso pasar de largo.
Amén.
Ave María y canto
J.Leoz
Como tú María
Quiero agarrarme a Dios
con la misma mano con la que Tú lo hiciste
Mirarle a los ojos, con tus mismos ojos
Amarle con el corazón limpio como el tuyo
Venerarle con los sentimientos tuyos
COMO TÚ MARIA
Quiero subir al cielo
después de haberle servido a Dios en la tierra
Quiero estar con El
después de haber servido, como Tú, a mis hermanos
Quiero, María,
que –ahora que estás en el cielo-
no olvides nuestras fatigas ni esfuerzos.
No olvides a los hijos que en la tierra dejas
No olvides a la Iglesia de la cual eres Madre
No olvides a los que hemos dicho “sí”
COMO TÚ MARIA
Quisiera un buen día
dejar la tierra con el deber cumplido
Amén.
Anunciar la Buena Nueva
cuando seguimos los pasos
de su práctica concreta
y nuestra vida da testimonio
del Reino que Dios quiere para todos.
Anunciamos la Buena Noticia de Jesús
cuando vivimos para los demás,
cuando nos interesa lo que le pasa al otro,
cuando sentimos el sufrimiento ajeno como propio,
cuando el otro es hermano
aunque no lo conozcamos.
Anunciamos la Buena Noticia de Jesús
cuando nos comprometemos por la vida,
cuando luchamos por la justicia,
cuando construimos la paz y la concordia,
cuando nos rebelamos ante la injusticia
e intentamos aportar nuestro granito de arena
para que el mundo cambie.
Anunciamos la Buena Noticia de Jesús
cuando nos animamos a juntarnos,
cuando comenzamos a compartir,
cuando aprendemos juntos,
cuando superamos las diferencias
y nos animamos a vivir
la aventura de la comunidad,
y caminar en los pasos de Jesús.
Anunciamos la Buena Noticia de Jesús
cuando nos preocupamos
de los problemas de esta tierra,
cuando tenemos la mirada atenta
para ver a Dios que habla en la vida,
cuando nos dejamos interpelar
por la marcha de la historia
y juntos buscamos discernir
lo que Dios quiere,
su voluntad en nuestro tiempo.
Anunciamos la Buena Noticia de Jesús
cuando ponemos nuestra existencia
al servicio de su proyecto,
como lo hizo María,
haciendo su voluntad,
viviendo su Palabra,
construyendo su Proyecto
con nuestro aporte.
Anunciamos la Buena noticia de Jesús
cuando confiamos que El vive
y nos dará las fuerzas necesarias,
hablará en nuestra boca
y actuará a través de nuestras manos,
si vivimos según su Espíritu,
animados por la esperanza
que un mundo mejor es posible
si cada uno empieza a construirlo ya,
y eso sí que es una ¡Buena Noticia para todos!
Marcelo A. Murúa
La vida por delante...
No estás solo

No preguntes

Sino dile que en ti, tiene un amigo.
Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto...
dile que tu tienes un hombro, un pañuelo, una sonrisa.
Al que anda tambaleante por la vida no le analices por qué no ha llegado nunca a ninguna parte...
Mejor dile que tu tienes una luz, un consejo y un bastón por si llegara a necesitarlos.
Al que anda sin templo y sin oración no le preguntes por qué es un descreído...
Mejor enséñale a Dios y mételo en el secreto de tu plegaria.
A esos que hacen un caos de su vida no les preguntes que causa su confusión...
Mejor enséñales el rastro sosegado de la fe, y el fluir constante de tu serenidad.
Al que anda dolido y agotado con su cruz, no le preguntes por qué le pesa tanto...
Mejor ponlo en posición de que Dios se irradie sobre él... Y ya poco a poco irá llegando la luz.
Al que se resiste a seguir, y se siente vencido, no le andes por las normas, las deducciones y los raciocinios...
Mejor dale la mano, y dile:"¡Voy contigo!"
No le preguntes a cada uno su necesidad...
Mejor demuéstrales que siempre hay un sueño más asombroso que su mala suerte.
Coge la cruz de cada día
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
Lema Pastoral 2022-23 «Cuídate Cuídame»
El concepto actual de cuidado abarca por un lado, la acción de cuidar a alguien y por otro, al modo de actuar de la persona que pone interés y atención en lo que hace para que salga lo mejor posible.
Al ser palpable la vulnerabilidad de todos, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, aparece en toda su dimensión la necesidad de cuidarse, de tener alguien que cuide al necesitado y de cuidar a otros. El cuidado se convierte en un artículo de primera necesidad. La pandemia ha mostrado ejemplos heroicos de personas que cuidan a otros por altruismo, por sentido de solidaridad y por vocación religiosa, por amor, en definitiva.
Llegó para quedarse el concepto de cultura del cuidado como una realidad que abarca muchas dimensiones. El cuidado significa pensar en las necesidades de los demás al igual que de las nuestras, y ejercitar acciones que ayuden a todos, eliminando aquello que pueda perjudicar a los demás.
Enemigos del cuidado son la indiferencia, el egocentrismo, el rechazo, el abandono, la desidia, cualquier forma de discriminación y exclusión, etc. El cuidado está alineado con la solidaridad y la fraternidad. Cuidemos el cuidado.
Dios es el que me cuida, el buen pastor, el que no nos deja ni abandona.
Somos únicos e irrepetibles para Él. La importancia de sentirnos queridos por Él. Haciendo referencia al primer y segundo mandamiento.
La acción pastoral de la Iglesia se fundamenta en el ejemplo de Jesucristo, buen Pastor porque cuida de los suyos, los conoce por su nombre y se desvive por ellos.
Más allá de la circunstancia, tenemos por delante el reto de plantear una pastoral cuidada, cuidadosa y que cuída respondiendo realmente a lo que puede ser significativo en el mundo hoy.
Hoy encontramos a nuestro alrededor innumerables personas heridas, desesperanzadas e incluso desilusionadas. Todo ello nos pone ante los ojos La necesidad de cuidar.
Cuidar ejercitando la paciencia, generando esperanza y en corresponsabilidad; desde el don de uno mismo (San Agustín. “Patris corde”).
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No dejes pasar la vida
Encar
La ternura
Mujer de espíritu
Mujer del Espíritu
que, al soplo de su presencia,
te dejaste llevar por el viento de su gracia:
Empújanos a la SABIDURIA
y apreciar en lo que vemos los signos de la presencia de Dios.
Empújanos al ENTENDIMIENTO
y podamos vivir cerca de Dios
Empújanos al buen CONSEJO
y podamos recibirlo y darlo según Dios
Empújanos a la FORTALEZA
y, ante la debilidad, saquemos fuerza de lo sobrenatural
Empújanos a la CIENCIA
y sepamos conocer lo auténticamente esencial
Empújanos a la PIEDAD
que no seamos fríos ni con Dios ni con los que nos rodean
Empújanos al SANTO TEMOR
y sepamos comprender que Dios está
en el principio y fin de todo y de todas las cosas.
Amén
Ave María
J.Leoz
La mirada de María
ojos tan lúcidos como los tuyos.
Para comprender el Misterio que te hace grande
Para entender la Palabra que te hizo feliz
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María,
para descubrir definitivamente a Jesús
y no perderlo ante tanto escaparate que la vida me ofrece.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María,
y por encima de valles y de montes
saber que me espera un horizonte en Dios
con los brazos abiertos.
¿Cómo conseguir tu mirada?
¿Cómo alcanzar tu vista?
¿Cómo mantener la nitidez de tus ojos?
"Sólo con la oración", me respondes Santa María,
se limpian tanto los ojos como el alma
Sólo con la obediencia
se alcanza a ver lo que el mundo niega
Sólo con la confianza
los ojos llegan donde el hombre no atina
Sólo con la sencillez
los ojos traspasan lo que la inteligencia nos dificulta
¡Ayúdame, Santa María!
Dame esos ojos grandes que ven a Dios
Dame esos ojos limpios que contemplan a Cristo
Dame esos ojos penetrados por los rayos del Espíritu
Y, si acaso no puedo,
sólo te pido que no dejes de mirarme.
Amén.
Ave María
J.Leoz
Me conoces por dentro
porque nada se escapa a tu mirada.
Por más que disimule, por más que lo intente ocultar
siempre sabes cómo me encuentro.
Tú penetras hasta en lo más íntimo de mis sentimientos.
Conoces mis defectos y mis virtudes, mi debilidad y fortaleza.
Ojalá me conozca a mí mismo
como tú me conoces, Señor.
Ojalá entre dentro de mí mismo
como tú entras en mí, Señor.
Que me examine a mí mismo
como tú me examinas, Señor.
Pero que luego me ame a mí mismo
igual que tú me amas, Señor.
Muchas veces vivo la vida desde fuera.
Me da miedo entrar; contemplarme por dentro
y ver que hay cosas en mí que no me gustan.
Por eso huyo. Muchas veces vivo la vida a lo loco.
No me detengo para ver por dónde voy,
porque eso me llevaría a plantearme la vida en serio
y esa invitación no siempre es agradable.
Sé que sólo conociéndome a mí mismo
podré superarme y ofrecerte una vida mejor.
Sé que sólo examinándome a mí mismo
descubriré todo lo que me aleja de tu lado.
Sé que juzgándome a mí mismo,
con sinceridad, escucharé necesariamente tu voz
que me invita a andar por dentro.
Sondéame, Señor, conoce mi corazón,
pruébame, conoce mis luces y mis sombras.
Mira las veces que te doy todo lo que tengo
y ayúdame para crecer a tu lado.