La fuerza que te ayuda a realizar algo imposible.
Es lo que te hace soportar penas y dolores.
Es la capacidad de perdonar al prójimo.
Es vivir, compartir, pedir perdón si has fallado alguna vez.
Es dar un abrazo esperando el calor de los sentimientos ajenos.
Es la espera de un sentimiento que puede ser prohibido.
Es poder mostrar nuestro corazón de niño sin tener que esperar nada a cambio.
Es poder expresar nuestros sentimientos con el alma sin tener que perder el cuerpo.
Es dar simplemente lo que uno puede dar.
Es esforzarse siempre, para dar un poco más.
Es la energía de la vida, lo que nos impulsa a hacer algo por
nosotros mismos y por los demás.
Es como el viento que sopla y se siente al pasar, es como la lluvia fina que nos moja al caer.
Es como el canto dulce de un ave al amanecer, es fuego que arde y no se extingue.
Es el sentimiento más noble, desinteresado, humilde y generoso que el ser humano pueda sentir.
No te niegues a darlo ni recibirlo.
"Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente" 1 Juan 4:7-12.
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