Entre la inabarcable y caótica oferta de conferencias, charlas y propuestas para un modelo de desarrollo sostenible alternativo al capitalismo que tuvieron lugar durante la primera jornada de la Cúpula dos Povos, respuesta ciudadana a la cumbre de la ONU que arranca el miércoles en Río de Janeiro, la comunidad indígena (se espera que en los próximos días lleguen hasta 1.200 de todo Brasil y 200 más de otros países) fue sin duda la gran protagonista, afectada directamente como se reconoce por la actividad económica en las áreas donde habitan desde hace centenares de generaciones, especialmente en el Amazonas.
En un territorio inmenso, con una distancia de hasta cuatro kilómetros de unas a otras carpas de actividades, la desorganización y la falta de informaciones claras de la Cúpula, así como una influencia algo baja que se espera que crezca durante el final de semana, debilitaron la irrigación constante de ideas, quejas y propuestas que se escuchaban o se leían cada pocos metros en el Aterro de Flamengo, enorme parque de Río de Janeiro cuya exótica flora y disposición fue en su día ideada por el famoso paisajista Burle Marx.
Un tipo vestido de mimo recitando poemas por un real (unos cuarenta céntimos de euros), grupos de gitanos con ropajes tradicionales, debates de religión por los derechos humanos con intercambios respetuosos entre ateos y todo tipo de creencias, charlas dedicadas al gas, a la energía nuclear, al amianto, a la pobreza en los quilombos, en las favelas.
Y, por encima de todo, centenares de indios totalmente pintados y con sus plumajes tradicionales centrando mucho la atención. Eso sí, pagaron la falta de organización del evento con grandes problemas para que la Cúpula les consiguiese agua y un almuerzo después de haberse tirado, muchos de ellos, decenas de horas para llegar en autobús desde lugares recónditos del país.
"Nuestro papel es criticar el proceso de captura de las decisiones que hoy en día adoptan instituciones como la ONU y los Estados. Queremos redefinir el modelo de sociedad para que la palabra de los ciudadanos participe del proceso democrático", explica a ELMUNDO.es Larissa Packer, portavoz de la Cúpula dos Povos, que espera la participación de unas 30.000 personas hasta el próximo día 23.
Preguntada por los Juegos y el Mundial que Brasil va a albergar en los próximos años, Packer asegura que “desde un inicio, se sabe que va a suponer una pérdida de territorio por comunidades frágiles y humildes por culpa de unos proyectos que tal vez queden sin uso después de los eventos”, refiriéndose por ejemplo a las favelas desalojadas por grandes obras en Río de Janeiro.
Los poblados indígenas, afectados directamente por el nuevo código forestal y por actividades económicas en el Amazonas como la construcción de la tercera central eléctrica más grande del mundo en Belo Monte (parte de la cual fue ocupada ayer mismo por activistas), pueden ser los grandes protagonistas del otro Río +20, es decir, el de todos aquellos que quieren dar su voz sin tener voto en conferencia o decisión alguna.
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