XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, había mucha gente que buscaba a Jesús, como aparece en el evangelio de hoy. Pero lo importante es saber el por qué y para qué lo buscaban. Ya el evangelio nos da algunas pistas sobre las motivaciones de dicha búsqueda.
Dice el evangelio que la gente fue en busca de Jesús, que había desaparecido con sus apóstoles. (Supongo que querría, también, tener un rato de descanso). La gente se embarcó y, atravesando el lago de Genesaret, se dirigieron a la ciudad de Cafarnaún, donde suponían que se encontraba Jesús, ya que allí estaba la casa de Pedro. Lo encuentran. ¿Qué estarían buscando? Seguramente tenían muy vivo el recuerdo de cuando les dio de comer a todos con aquellos cinco panes y dos peces, pasaje que leíamos el domingo pasado. Y empiezan haciéndole una pegunta tonta e intrascendente: ¿Cuándo has venido aquí?
¿Qué esperan de Jesús? ¿Qué buscan? ¿Comida de balde? ¿Milagros y curaciones? Las masas son muy dadas al sensacionalismo. Pero cuando ven descubiertas sus motivaciones por Jesús, empiezan a recapacitar, y a caer en la cuenta que en Jesús pueden encontrar algo más que cosas materiales o milagros. Sus palabras pueden llenar su hambre, no de pan, sino de esperanza, de fe, de conformidad… Y cuando Jesús les habla del pan del cielo, que da la vida al mundo, ellos le dicen:”Danos de ese pan”. Empiezan a sentir la necesidad de otro pan que no es el de cebada que comieron y se hartaron. Necesitan, sobre todo, dar sentido a sus vidas. Y Jesús les dice: “Yo soy ese pan de vida”.
Me recuerda el pasaje de la samaritana, que cuando Jesús le dice que él tiene otra agua que lleva a la vida eterna, ella, deseosa de una nueva vida, le dice:”Dame de esa agua”. Y la que le había negado el agua del pozo, desea ahora el agua de su palabra.
Aquellas gentes que buscaban a Jesús, lo encontraron. Otras veces habían encontrado al milagrero, al predicador famoso por sus discursos y su elocuencia, al curandero…porque eso es lo que buscaban. En esta ocasión encuentran al verdadero Jesús. Dos frases lo testifican: ¿Qué tenemos que hacer? y “Danos de ese pan que eres tú”.
Nosotros buscamos a Jesús en nuestra vida… pero también podría darse el caso de que le buscásemos con motivaciones bastardas, egoístas, interesadas. Pero de esa manera no encontramos al verdadero Jesús. Encontramos al verdadero Jesús “cuando empezamos a confiar en Dios como confiaba él, cuando creemos en el amor como creía él, cuando nos acercamos a los que sufren, como él se acercaba, cuando defendemos la vida como él, cuando miramos a las personas como él las miraba, cuando nos enfrentamos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó, cuando contagiamos la Buena Noticia que él contagiaba”.
No basta buscar a Jesús; tenemos que descubrir el por qué le buscamos. Y en algunos casos, tal vez tengamos que reconsiderar los motivos.
Félix González
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