Sí, Señor; y, por siempre, seas amado
Apreciado en un mundo tembloroso y con amores mediocres
Adorado por aquellos que, primero sí y luego con un no
nos resistimos a entrar con fuerza por los caminos
que Tú señalaste mientras estuviste con nosotros.
Sí, Señor; que tu presencia –real y misteriosa-
sea venerada en medio de tantos dioses
que, sin poder alguno, logran reverencias
y honores, títulos y mil prebendas.
Sí; Señor; que la Eucaristía –centro y cumbre de la vida cristiana-
sea esa veleta que nos oriente hacia el bien;
sea esa espoleta, que al descubrirla,
explosione en semillas de verdad, de paz y de fe
Sí; Señor.
¡Que tu nombre sea bendecido!
Hoy, más que nunca, necesitamos pronunciar tu nombre
¿Nos dejas Señor?
¿No correremos el riesgo de resignarnos a dejarte
blanco y reluciente en el centro de la custodia?
¿No estaremos indicando al mundo que, Cristo está presente
pero que, su vida, nos interesa poco o nada?
¡Que tu nombre sea anunciado!
Que las calles y las plazas por las que has pasado, Señor,
sean altavoces inmensos por los que el mundo conozca y escuche
tu historia y tus milagros, tu fuerza y tu poder
tu gracia y tu misericordia, tu paz y tu consuelo
¡Bendícenos, Señor, en este día del Corpus!
Porque estamos débiles, llénanos de Ti
Porque estamos sordos, háblanos de Dios
Porque estamos paralizados, levántanos
Porque vivimos en un sin vivir, danos vida de tu vida
Porque miramos poco al cielo, sé un destello del Dios vivo
¡Que vivas, Señor! ¡En el cielo y en la tierra!
¡En las montañas y en el mar! ¡En los corazones y en las almas!
¡En el altar y en las plazas! ¡En la iglesia y en el mundo!
¡En el niño y en el joven! ¡En el anciano y en las familias!
¡Vive, Señor! ¡No dejes nunca de salir, del resplandeciente altar al duro suelo!
Y, sí a tu paso, ves miseria y contradicciones,
aridez y pecado, dureza y cansancio…
No desertes de hacer lo que siempre has realizado:
Poner abundancia donde existía escasez
Salud donde desgranaba la enfermedad
Fe allá donde despuntaba la duda
Confianza en aquellos que hace tiempo viven en la incertidumbre
¡Vive, Señor! ¡Y no dejes de bendecirnos! Amén
Javier Leoz
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