Pancarta de Amor Divino y Humano

En este día del CORPUS CHRISTI, estamos llamados a entrar en un lugar  donde, el pan y el vino, dejan de serlo para convertirse en permanente presencia de Cristo en la Eucaristía
Insertarnos en Cristo comporta siempre salir enriquecidos, no de bienes materiales, y sí llenos de su Espíritu en el corazón y en el alma. Treinta minutos, escasos, no son suficientes, ni dan cuenta del valor inmenso que encierra la Eucaristía. Pero, toda una vida cristiana, sería difícil de llevarla adelante sin el aprovisionamiento del pan único y partido.
La festividad del CORPUS CHRISTI se hace demasiado grande para encorsetarla en los cuatro muros de un templo.
-Es tan grande su misterio y, tan imposible de contenerlo en el corazón de las personas, que se desparrama por los aledaños y plazas, cuando sale de la mejor catedral o de la iglesia menos importante y más escondida.
-Es tan firme nuestra devoción hacia la Eucaristía, que lo manifestamos públicamente, sin temor ni vergüenza, ante un mundo que ensucia y empapela las paredes no precisamente con mensajes de verdad que interpelen y empujen al amor verdadero.
-Es tan convencido, nuestro aprecio por la presencia del Señor en la Eucaristía, que necesitamos seguirle cuando, EL por delante, salta al asfalto o al empedrado en  medio del entresijo de ciudades y pueblos, de hombres y mujeres gritándonos: ¡DIOS ESTA AQUÍ!
-Impresiona tanto la “reserva” del AMOR de DIOS en el Sagrario, que sale en CUSTODIA para que el mundo entienda que sin El, el ser humano,  será un fracasado y un fracaso, algo imposible de llevar adelante cuando, los amores no son correspondidos. 

CORPUS: La caridad es causa de felicidad personal y comunitaria. El dar supone enriquecerse a sí mismo. Con la caridad todos somos beneficiados. 

CORPUS: Es centralizar el Misterio de la Eucaristía en aquel acto de supremo servicio donde Jesús da pruebas del señorío del amor de Dios en su corazón.

CORPUS: Es manifestar públicamente la convicción de todo cristiano católico que siente y vive en la Eucaristía el AMOR que Dios nos tiene. Que sabe que siempre hay un Misterio escondido detrás de las especies del pan y del vino. 

CORPUS: Es el AMOR de DIOS que toma cuerpo. Que se hace cuerpo; visible, alimento, vino y pan. Y, si el amor de DIOS se hace cuerpo, nuestras calles se abren de par en par  para que, por unos momentos, se conviertan en mesa interminable donde los seguidores de Jesús celebren, proclamen, vivan y coman su pan multiplicado.

CORPUS: Es el AMOR de DIOS a los hombres y - por efecto boomerang- amor y servicio, generosidad y justicia, perdón y fraternidad de los hombres con los propios hombres. 
Si el AMOR DE DIOS se hace cuerpo, por nosotros, de igual manera somos urgidos por imperativo de Jesús Eucaristía a ser cuerpo visible de justicia y del compartir, de alegría y de tolerancia, de respeto y de fe, de reconciliación y de esperanza, de ilusión de coraje, de piedad y de compromiso continuado en pro  de una sociedad que no tiene más esquemas sino el poder para tener.
Ahora, en estos tiempos sobre todo, donde hay tanto contraste de culturas y hasta de religiones…es bueno manifestar públicamente lo que sentimos y lo que creemos: ¡DIOS ESTA AQUÍ! No sé porque me da que el Corpus, hoy más que nunca, puede ser un desafío ante ese afán de replegar y de esconder todo lo que suene a religioso. Frente a ese intento, desenfrenado y hasta provocador, de silenciar y apartar a Dios de la vida pública. La custodia, con Cristo dentro, puede ser perfectamente la gran pancarta de un Dios que sigue hablando y manifestándose a través de nosotros. 
Pero, ¡eso sí!, primero lo creamos nosotros y luego…lo manifestemos con todas las consecuencias.
J.Leoz

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