Y ante el REY DE REYES, alabar y bendecir la grandeza
de un Dios, que sin necesidad de tanto, tan en el llano ha caído
Y, dejar detrás de mí, palacios e imperios
tronos y vasallos, dominaciones y castillos
para postrarme ante Aquel que sólo tiene
el amor como almena
la pequeñez como defensa indefensa
y, como siervos y guardianes
un José y María que, sólo saben mirar,
contemplar y emocionarse ante el Misterio.
Pastores que, sorprendidos por tal mensaje,
dejaron tierras y ganados y marcharon a adorarle.
¡QUIEN FUERA MELCHOR!
Y decirte que, como Rey, mereces ya no sólo el oro
sino que toda rodilla se doble ante el AMOR
¡QUIEN FUERA GASPAR!
Y perfumar, con el incienso, al que siendo hombre
es Dios y hombre a la vez
o que, el aroma se desparramase por todos los valles
donde los hombres todavía desconocen la noticia de tu Nacimiento
¡QUIEN FUERA BALTASAR!
Para ofrendarte, además de cómo Rey y Dios,
la debilidad de lo que somos y que Tú compartes: nuestra humanidad
Te doy gracias, Señor,
porque –sin ser rey- he visto una estrella.
Una estrella que, en la noche oscura,
me ha invitado a seguirle, incluso en las horas amargas,
y, sus destellos, han hablado a mi corazón,
despertando mis sentimientos y mi curiosidad.
Una estrella que ha hecho posible el que yo, hombre y débil,
me postre ante Ti con la misma fe y con la misma emoción
de aquellos Reyes Magos.
Haz Señor, que después de haberte contemplado y rezado
Después de haberte ofrecido mi pobreza
vuelva a mi hogar con la firme promesa
de que tu nombre sea conocido, amado y publicado
por todos los confines de la tierra.
¡Gracias, Señor! ¡Gracias, mi Rey!
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