El nombre de Mateo significa "don de Dios", pero también le decían Leví, hijo de Alfeo.
Mateo era judío de Galilea y trabajaba en la comercial ciudad de Cafarnaúm.
Realizaba una profesión odiosa para los judíos, porque era publicano, es decir, recaudador de impuestos y tributos que los romanos imponían a todas las provincias que estaban bajo su dominación.
Sus compañeros lo consideraban impuro y traidor al pueblo, por tratar con los paganos y estar al servicio del tirano extranjero. Se le conocía como Mateo el publicano.
Un día, Jesús lo miró fijamente y le dijo: "Déjalo todo y sígueme".
Mateo abandonó su casa, sus caudales, sus fiestas, declarándose sin miedo discípulo de Cristo. Convertido en discípulo acompañó a Jesús a todas las ciudades, pueblos y lugares donde predicaba.
Mateo fue el primero en escribir el libro que tituló "Evangelio" que significa "buena nueva". Es el evangelio del Reino de Dios que Jesucristo inauguraba.
Se cree que Mateo estuvo en Etiopía donde realizó milagros. Probablemente también estuvo en Persia.
Según una tradición muy antigua, murió martirizado un 21 de septiembre del siglo I.
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