Jesús le contestó: “Voy yo a curarlo”.
Pero el centurión replicó: “Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano”.
Mt 8, 5-11
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.
Papa Francisco, Evangelii Gaudium
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