LUCAS 21, 25-28 y 34-36
Habrá señales en el sol, la luna y las
estrellas, y en la tierra las naciones paganas serán presa de angustia, en vilo
por el estruendo del mar y el oleaje, mientras los hombres quedarán sin aliento por
la temerosa expectación de lo que se le viene encima al mundo, pues las
potencias del cielo vacilarán. Entonces verán llegar al Hijo del hombre en una
nube con gran potencia y gloria (Dn 7,13-14). Cuando empiece a suceder esto,
poneos derechos y alzad la cabeza, porque está cerca vuestra liberación. Andaos
con cuidado, que no se os embote la mente con el vicio, la borrachera y las
preocupaciones de la vida, y el día aquel se os eche encima de improviso; porque caerá como un lazo sobre todos los que
habitan la faz de la tierra. Ahuyentad el sueño y pedid fuerza en cada momento
para escapar de todo lo que va a venir y poder manteneros de pie ante el Hijo
del hombre.
ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS
Los
discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la
incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y
vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y
persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su
amado Señor.
También
las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las
exhortaciones que se hacían unos a otros, aquellos cristianos, recordando el
mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando la oración y la
confianza es un rasgo original y característico de su Evangelio y de su
oración.
Por
eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están
dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que
vivimos ahora en la Iglesia
de Jesús, en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.
Es
el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.
«Levantaos»,
animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo
desde vuestros cálculos y previsiones. «Se acerca vuestra liberación». Un día
ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo
es vuestro Liberador.
Pero
hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada
confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os
embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y
endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al
Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os
hará cada vez menos humanos.
«Estad
siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos
a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis
comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de
Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el
Hijo del Hombre»?
José Antonio Pagola
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