«Levántate y baja al taller del alfarero
y allí te comunicaré mi palabra.
Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en
el torno. Le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo
(como pasa al barro en manos del alfarero)
y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor:
¿Y no podré yo trataros igual, casa de Israel,
como este alfarero? oráculo del Señor .
Mirad, como está el barro en manos del alfarero,
así estáis vosotros en mí mano»
(Jr 18,1 6).
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