Celebramos este domingo la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, fiesta creada por Pío XI en 1925 y situada como frontera de tiempos y espacios –del Tiempo Ordinario al Adviento que marca un nuevo año litúrgico—que marca final y principio. Pero la realeza de Cristo sorprende. No es de poder, sino de mansedumbre. No es de mando, sino de servicio. No es de lujo y ostentación, sino de pobreza y humildad. De ahí pues la singularidad de esta celebración que debemos asumir con entrega y emoción. Y ya queda dicho: iniciamos el domingo próximo, el día 27 el Adviento y el Ciclo B. Iniciaremos, pues, un tiempo de esperanza y alegría.
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