Cuando uno no está en paz es difícil dar paz porque todo lo que no nace de dentro es imposible transmitirlo. Por eso hoy, desde el silencio, me hago un llamamiento a mi misma y a los demás a sembrar paz en nuestro interior.
La paz, lo blanco, lo puro... es fruto de una conciencia tranquila, de un saber estar en cada cosa que hacemos, de poner ilusión en nuevos proyectos, de saber estar cerca del que sufre y de alegrarnos con el que goza.
A veces podemos sentir que los acontecimientos, o algunas personas, nos quitan la paz... pero nadie nos puede quitar aquello que está bien arraigado en nuestras vidas. Por eso hoy alzo la bandera de la PAZ, para mí, para los que me rodean y para el mundo entero.
Que la Paz de Dios habite en nuestros corazones y nos ofrezca capacidad para amar sin medida.
Encar
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