La Campaña contra el Hambre, de Manos Unidas, para este 2012, reclama el cumplimiento del sexto Objetivo del Milenio, la protección del derecho a la salud, haciendo especial hincapié en combatir el sida, la malaria y las enfermedades olvidadas, además de exigir que la industria farmacéutica deje de lucrarse a costa de la vida de millones de personas.
«Lo que más me impresiona, cada día, es ver cómo llegan los pacientes, después de 4 horas caminando, los que menos»: la doctora Seble Balcha, etíope y licenciada en Medicina en Cuba, lleva 5 años trabajando en el Hospital rural de Gambo, en su país natal, gestionado por los Misioneros de la Consolata, al que volvió «porque quería trabajar, desde niña, para ayudar a los más pobres». Situado a 18 kilómetros de la ciudad más cercana y a 240 kilómetros de la capital, Addis Abeba, no hay otro modo de acceder al hospital que no sea a pie, porque no hay apenas autobuses y el hospital no tiene ni siquiera una ambulancia con la que atender los casos más urgentes. Aun así, centenares de personas acuden, cada día, a ser atendidos, ya que es el más barato de la zona: «Cobramos una pequeña cantidad de dinero por la consulta, pero, comparado con los hospitales nacionales, es prácticamente gratis», explica.
Además de la caminata, que en una persona enferma supone un agravante de su estado, «a la consulta llegan, muchas veces, casos en estado terminal», afirma. La pobreza y la falta de educación sanitaria impiden que los etíopes sepan en qué momento han de acudir al hospital.
Los esfuerzos en educación sanitaria en Asia, evitan que los niños que trabajan en los vertederos contraigan numerosas infecciones.
Las principales enfermedades a las que se enfrenta cada día la doctora Seble, contra las que no suele salir victoriosa, son muy comunes para el continente africano: según el Informe 2011 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, África subsahariana tiene el 68% de toda la población seropositiva del planeta. En Etiopía es digno de mencionar que, desde hace un lustro, el Gobierno distribuye el tratamiento antirretroviral de forma gratuita; aunque la doctora Seble señala que todavía queda un largo camino en cuanto a educación sanitaria, sobre todo en la zona rural -no se toman los medicamentos, no saben detectar a tiempo la enfermedad, y cuando van al hospital, es demasiado tarde-.
Lo mismo ocurre con la malaria: el mismo Informe refleja que el 90% de la mortalidad por malaria se da en África, y la mayoría afecta a niños menores de 5 años. «La malaria es la enfermedad más habitual con la que convivo cada día», recuerda la señora Balcha, «además de diarrea, bronquitis, malnutrición severa, anemias -con grados de hemoglobina tan bajos que nos preguntamos cómo siguen vivos-. Vemos de todo».
El Hospital Rural de Gambo, que atiende a una población de 94.000 personas, sólo cuenta con cuatro médicos y escaso personal sanitario. Aunque, gracias a organizaciones como Manos Unidas, ha podido poner en marcha un quirófano y una sala de post-operatorio; acceder a medicamentos -aunque escasos-, y contar con un generador de luz que gasta demasiado, pero que permite que los enfermos puedan estar enganchados al oxígeno.
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