La soledad de lo turbio

La tiniebla envuelve el mundo... Jesús ha muerto por cada uno de nosotros... la vida continúa, los quehaceres diarios nos ocupan, el sol se ha ocultado para dar paso a la oscuridad del silencio que lo envuelve todo.
El horizonte es confuso, nos rodea la duda, el infortunio, la desorientación. ¿Qué pasará ahora sin ese centro existencial en el que nos apoyamos? 
Nuestra fe pende de un hilo porque nuestro Maestro nos ha dejado ¿o lo hemos dejado nosotros a Él?
Jesús ha sido sepultado, nosotros nos desperdigamos queriendo salvaguardarnos para no ser señalados como "seguidores suyos".
La historia se repite una y otra vez... ¿cuantas veces nos sentimos perseguidos por ser testigos de Cristo?
Una parte de la sociedad actúa de forma deliberada en contra de aquellos que promulgan a Cristo como base de su fe.
No queremos huir, no queremos escondernos entre el tumulto de la falta de libertad. Queremos decir SÍ a Jesús, muerto y resucitado para nuestra salvación.
La niebla siempre anuncia una tarde soleada. Jesús mañana estará presente de nuevo en nuestra vida y junto a Él caminaremos anunciando su Amor.

Encar

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