Un guerrero con un pasado bastante turbio, preguntó a un anacoreta si creía que Dios recibiría su arrepentimiento. Y el ermitaño, después de exhortarlo con muchos consejos, le preguntó:
«Dime, te lo suplico si tu túnica está rasgada, ¿la tiras?...... »
«No, respondió el otro, la coso y vuelvo a ponérmela.»
«Por lo tanto, añadió el monje, si tú cuidas tu vestido de paño, ¿quieres que Dios no tenga misericordia de su imagen?»
(Apotegmas de los padres del desierto)
Somos imagen de Dios, somos hijos de Dios. ¿Podrá el Dios-Amor abandonarnos alguna vez?. ¡Que necios somos cuando creemos que lo que hemos hecho mal es tan grave tan grave que Dios no lo puede perdonar!. Gracias, Señor, por las veces que hemos comprobado que alguien nos ha perdonado, porque eso nos ha dado mucha alegría. Ayúdanos a perdonar nosotros siempre, igual que tú haces con nosotros.
Te pedimos por los violentos, asesinos, ladrones, estafadores... Son hijos tuyos y lo que tú quieres es que se arrepientan.
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