Las palomas de ciudad corrientes, conocidas como palomas bravía, construyen sus nidos en las grietas y escondrijos de los edificios de cemento de la ciudad, que les recuerdan a sus hábitats en los peñascos de Europa y Oriente Medio. Los padres normalmente mantienen a sus crías o pichones escondidos y a salvo hasta que pueden sobrevivir por ellos mismos, lo que suele ocurrir un mes después de salir del cascarón.
A consecuencia de esto, las palomas jóvenes ya están casi completamente desarrolladas y cuando dejan el nido los colores de sus plumas son casi idénticos a los de un adulto, asegura Karen Purcell, que dirige el Proyecto de Observación de Palomas de la Universidad de Cornell, un estudio fundamental sobre la coloración de las plumas.
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