"¡Maravilloso intercambio de participación recíproca!". Lo que los hombres viven es lo que tú has vivido, Señor Jesús, y lo que tú has vivido es lo que los hombres siguen viviendo. Al observarte en tu Pasión comprendo mejor lo que los hombres sufren como abandonos, atentados a su dignidad... No es que esto justifique el sufrimiento; todo sufrimiento sigue siendo malo en sí mismo. Pero tú no has venido a explicar el sufrimiento ni a justificarlo, sino a asumirlo. Cada hombre, al asociar sus sufrimientos a los tuyos, puede lograr que sus sufrimientos no sean absurdos. El sufrimiento es una de las consecuencias del pecado, pero, a través de la encarnación, de la cruz y de la resurrección, existe una realidad que desemboca en la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Contigo, Señor, ofrecemos todos los abandonos que hemos sufrido y que seguimos sufriendo todavía; contigo ofrecemos todos los atentados a la dignidad que unos hombres -nosotros quizá- infligen a otros hombres.
Que contigo y en ti quedemos victoriosos de todo abandono, de todo aplastamiento, de todo pisoteamiento del hombre y de su dignidad; victoriosos de todo sufrimiento, contigo, Jesús que sufres, crucificado y resucitado. Amén. Aleluya.
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