Cuando entramos en una casa nos invitan a sentarnos. Es el primer gesto de cortesía. Sólo se recibe de pie a un cobrador, a un vendedor o cuando se trata de asuntos de trámite. (...) Recuerdo mis años en la selva peruana. La mayor descortesía era entrar en la casa de un campesino y no aceptar el asiento que te ofrecían con cariño: "Pase a descansar o descanse "por" el banquito". Tardé tiempo en enterarme de que para ellos descansar significaba, en ese caso, sentarse y que no hacerlo era la mayor grosería que se podía cometer con ellos.
El Señor también nos invita a descansar en su presencia. A sentarnos sin prisa en actitud de discípulos. Adoptamos así la postura de María de Betania, que eligió la mejor parte, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba de pie, atareada con muchos quehaceres (Lc 10,39).
Busca un momento para sentarte a los pies del Señor, para descansar, para meditar, para encontrar el reposo necesario del espíritu. Será una cortesía con Dios y contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario