"El contemplativo no siente una necesidad imperiosa ni una ambición ansiosa de contactos humanos, sino que es guiado por la visión de lo que ha contemplado más que por las preocupaciones triviales de un mundo posesivo. No va de un lado para otro, de la exaltación a la depresión, arrastrado como una hoja muerta por las modas del momento, porque está en contacto con lo que es básico, central y último. No permite a nadie adorar a ídolos, e invita constantemente a sus hermanos los hombres a plantearse preguntas reales, a menudo penosas y molestas, a mirar qué es lo que hay bajo la superficie de una conducta anodina y a retirar todos los obstáculos que le impiden llegar al corazón de lo que importa.
El contemplativo crítico se quita la máscara ilusoria de un mundo manipulador y tiene el coraje de mostrar en qué consiste la situación real del mundo. Sabe que muchos le toman por payaso, por loco, por un peligro para la sociedad y una amenaza para la humanidad. Pero no le asusta morir, puesto que su visión le hace trascender la diferencia entre la vida y la muerte y le otorga la verdadera libertad para hacer lo que tiene que hacerse aquí y ahora, sin importarle los peligros que eso conlleva. Más que nada, contemplará los signos ciertos de esperanza en la situación en la que él mismo se encuentra...".
Henri Nouwen
"El sanador herido"
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