Amar es una invitación de Dios que toca a la puerta de nuestro ser. Muchas veces, dicha propuesta surge como una inspiración corazón adentro que necesita hacerse palpable y alcanzar al hermano.
Pero se presentan circunstancias en las que hay un cambio de papeles en el dinamismo del Amar, en ocasiones Dios "nos provoca" a Amar. Es decir, en cierta medida, resulta "más simpático" que surja de nosotros cuando vemos la oportunidad (aunque sabemos que Dios siempre es el de la iniciativa) pero ¿y cuando dicha posibilidad viene de "afuera" sin que la hayamos captado y "comenzado" nosotros pero sin embargo nos alcanza y provoca a Amar?
Que regalo es que Dios nos elija para amar expresándonos que sigue confiando y esperando lo bueno y mejor de nosotros, que tenemos mucho para dar, para sacarle brillo a la humanidad.
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