Esta frase, tan corriente cuando uno se descarta de un asunto, cuando trata de rehuir toda responsabilidad en él, como hizo Poncio Pilato en el proceso de Cristo, alude, según Bastús, a la costumbre simbólica, usada en algunos pueblos antiguos, de lavarse las manos en presencia del pueblo para demostrar que era uno inocente del crimen que le atribuían.
En la Biblia se alude a ella, al decir: Lavi inter innocentes manus meas, que ha pasado a la liturgia de la misa.
Y en la célebre tragedia de Shakespere, dice la criminal lady Macbeth: "Todos los perfumes de la Arabia no bastarían a lavar y purificar esta mano mía".
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