Mt 5,1-12a
Celebramos el día de todos los Santos por todo lo alto, con globos de luz y alegría, proclamando las bienaventuranzas del Reino. Vivir la vocación a la santidad es sinónimo de participar de la dicha de ser discípulos de Jesús, alegría y luz del mundo.
Los santos, que nos han precedido en el camino, nos muestran con el testimonio de sus vidas cómo hacernos niños, trabajar por el pan de cada día, poner en el centro a los pobres, ser pacificadores, consolar a los tristes, luchar por la justicia,… Vivir las bienaventuranzas en lo cotidiano es el mejor camino hacia la santidad, que es lo que nos muestra Jesús en la alegría del Evangelio.
Ojalá la fiesta de todos los Santos, los canonizados y los anónimos, nos ayuden a “cargar las pilas” con la vocación a la que estamos llamados. Una santidad en el día a día, que se desgasta en lo concreto y apuesta por los sueños del Reino de Jesús.
¡Felicidades, queridos amigos! ¡Recibamos la felicidad de ser bienaventurados!
Dibujo: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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