Recuerda siempre tu misión


Muchas personas lloran por carecer de sentido de vida, piensan que ya todo es igual y que nada vale la pena. Luego, parece que todo el mundo habla de ser felices y cosas similares, pero pocos recuerdan que la vida en si misma está contenida en una misión fundamental, porque no es artista el que pinta sino el que es capaz de hacer de su vida una obra de arte.
Existen personas que no viven sus vidas y no ejecutan ninguna labor día a día, tan sólo se limitan a trabajar en lo que se les ha impuesto. 
La misión de vida es la tendencia que tiene una persona para adentrarse en una tarea específica y sencilla, que con el paso del tiempo y mediante la constancia, llega a convertirse en una obra gigante y concreta.
Si quisiéramos adentrarnos más, la misión es algo que nace cuando niño, son los sueños de la niñez, son aquellas cosas que soñamos cuando teníamos plastilina en las manos, cuando rayábamos los cuadernos con creyones, lo que decían los mayores de nuestras casas...
Recordar la misión es una herramienta que tiene cada persona para regresar a su centro de acción, destacando que el centro de acción se refiere a aquella labor o tarea que se realiza con todos las fuerzas internas de la persona.
La vocación particular de cada uno es la clave para adentrarse en la misión, y esta no se acopla a los uniformes del momento, por ejemplo, el hecho que una persona se haya convertido en profesional mediante su estudio en la universidad, no significa que esa sea su misión en la vida, una cosa es el oficio y otra la misión vital.
La misión por lo general es una vivencia particular que despliega felicidad en muchas personas alrededor y que llena de paz y gozo a la persona que lo ejecuta.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4, 13)

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