Es decir: Reconoce y acepta lo que Dios ha hecho por ti, por nosotros. Nos ha reconciliado. Nos ha vuelto a mirar con cariño de Padre y de Creador. Pero a lo mejor vivimos al margen de la reconciliación o sin que nos interese. Hoy escuchamos: “Deja que Dios haga maravillas en tu vida”. “Deja sitio a Dios en tu vida”.
Tú sabes cómo te sientes cuando “no pintas nada en la vida o en el corazón de otros”. Cuando no pintamos nada para alguien, nos duele, sobre todo si “deseamos pintar algo”.
¡Qué bueno es Dios! ¡Cuánta paciencia con nosotros! Dios “pinta poco en la vida de muchos” y Dios sigue esperando... Hoy nos dice: “Déjate reconciliar”. “Entra en este dinamismo de perdón y de vida que yo he puesto en marcha en mi Hijo Jesús”.
¿Qué pasaría en tu vida y en la mía si de verdad escuchamos esta palabra de Dios?
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