Hace ya casi 20 años que, llegando las fechas de Navidad, entonamos de nuevo esa antigua canción de José Luis Perales: “Navidad es Navidad”… Se ha convertido en slogan navideño para aquellos que deseamos un mundo mejor y para aquellos a los que la Navidad toca especialmente el corazón queriendo recordar situaciones de nuestro mundo en las que queremos que Jesús de nuevo vuelva a nacer.
Hoy esta canción resuena por dentro con toda la novedad del momento. Sus acordes se acompasan en la actualidad de nuestra historia..
La tierra se alegra y se entristece la mar, ese mar azotado por los huracanes, desbordado por el viento impetuoso que hace de las aguas serenas y tranquilas un oleaje devastador.
¡Dejan sus redes y rezan tantos y tantos habitantes de las costas tropicales que lo han perdido todo! ¡Tantos niños visitados por Katrina, Wilma, Alpha… que vieron cómo se marchaban sus familiares más cercanos!
¡Miran la estrella pasar los tripulantes de las pateras que, cargados de esperanza y miedo, se lanzan a la aventura de luchar una vida más digna y justa!
Hacen en su barco un altar los subsaharianos que se preparan para el asalto de la muralla que les conducirá a un país en el que reine la paz y prosperidad. Tantas personas sencillas y humildes que hacen de Jesús, niño y pobre, elemento fundamental en el camino de cada día.
Las noches blancas de hospital desean dejar su llanto en la noche de navidad pero el dolor y la pérdida de los seres más queridos hacen que su llanto se prolongue. Hospitales africanos, asiáticos, latinoamericanos… que carecen de los elementos básicos para atender a los cientos de personas enfermas que alargan sus manos esperando encontrar una mano amiga cargada de ayuda y solidaridad.
Deseo decirles a los caminantes sin hogar, que vengan a mi casa esta noche, la casa de un mundo que albergue a todos por igual sin distinción de raza o color, de posición económica o social. Una casa de puertas abiertas a compartir amor y felicidad.
Caminante refugiado, caminante doliente, deja tu alforja llenar de esperanza, de confianza en que este mundo puede cambiar. Que las riquezas pueden ser repartidas equitativamente y… que la mayor riqueza reside en nuestro interior, esa que nadie nos puede quitar. Si miras hacia atrás sufres, si miras hacia delante entristeces, pero si miras a los lados verás a Jesús caminando contigo acompañando todo lo que vives y eres.
¡Ven soldado, vuelve ya!, para sanar tus heridas, para prestarte esa paz que deseas encontrar en Irak y en tantos pueblos donde la violencia se adueña de nuestros corazones. Donde es más importante el dinero conseguido con la exportación de armas que la vida humana, donde la violencia se alza como bandera de las naciones queriéndonos recordar que la persona no cuenta, que el dinero es el rey.
Encar_AM
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