A esta expresión, que significa "estar escaso de dinero o carecer por completo de él", se le han atribuido varios orígenes. Uno es jurídico, y tiene que ver con que, en siglos pasados, a los detenidos en los juzgados se les pasaba un formulario que constaba de cuatro preguntas: «1 Nombre y edad. 2º País de nacimiento y profesión. 3º Religión y estado civil. 4º Rentas.» A esta última cuestión todos solían responder negativamente, evitando así sufrir embargos.
La segunda explicación está relacionada con las preguntas que los estudiantes de las universidades madrileñas hacían a los alumnos recién llegados como novatada, preguntándoles sucesivamente por la salud, el ingenio, el amor y el dinero:
¿Salutem habemus?
¿Ingenium habemus?
¿Amores habemus?
¿Pecunia habemus?
Los interrogados solían contestar afirmativamente a todas ellas excepto a la última, de ahí que no tener dinero sea equivalente a “estar a la cuarta pregunta”.
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