Queremos alzar nuestras voces hasta ti, Señor, porque sabemos que tú escuchas el clamor de tu pueblo.
Tú oíste el dolor de tu pueblo y enviaste a Moisés a sacarlo de Egipto, no nos dejes indiferentes ni resignados con el dolor de¡ parado, de¡ drogadicto, de minusválido, de la mujer y el anciano.
Ayúdanos a descubrir a tantos hermanos salteados y tirados al borde del camino, tantos jóvenes marginados en nuestros barrios.
Danos el amor para comprometer nuestra vida desde la fidelidad al Evangelio, para que ten-gamos hambre y sed de justicia, para ser solidarios, identificados con los pobres, para liberar a ¡os oprimidos y anunciar tu buena nueva del reino.
Exigimos, Señor, que la justicia no nazca del abuso, o del poder del más fuerte. No queremos dar la vuelta al sistema para que sean otros los que estén arriba. Queremos la justicia que brota del amor y que nos lleva a la paz, donde no haya odio ni revancha, una paz que acabe con los explotadores y con los oprimidos. Porque no queremos una paz sin justicia, tampoco una justicia sin paz.
Luchamos por la justicia no por nuestro esfuerzo o nuestro orgullo Como Jesús, como María queremos estar siempre de parte de los más pobres, con los más pobres. Porque en lo más hondo de cada uno queremos decir 'sí' a tu plan, a tu feliz propuesta de futuro: ser todos her-anos y amarnos como tú nos has amado.
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