Una vez tres toros estaban paciendo en un prado. Oculto tras unos matorrales acechaba un león; pero no se atrevía a atacarlos porque estaban los tres juntos. Pensó emplear la astucia; y acercándose comenzó, con pérfidas insinuaciones, a fomentar la desconfianza entre ellos.
La estratagema tuvo pleno éxito: los tres toros empezaron a mirarse con recelo, y al poco rato se fueron apartando uno de otro, esquivándose deliberadamente y paciendo cada cual por su cuenta. No esperaba otra cosa el león. Se arrojó sobre el primer toro, luego sobre el segundo y finalmente sobre el tercero, y los destrozó.
Recordad que la discordia que divide a los amigos es la mejor arma para los enemigos.
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