JUAN 10, 1-10
Sí, os lo aseguro: Quien no entra por
la puerta en el recinto de las ovejas, sino trepando por otro lado, ése es un
ladrón y un bandido. Quien entra por la puerta es pastor de las ovejas; a ése
le abre el portero y las ovejas escuchan su voz. A las ovejas propias las llama
por su nombre y las va sacando; cuando ha empujado fuera a todas las suyas,
camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. A un
extraño, en cambio, no lo seguirán, huirán de él, porque no conocen la voz de
los extraños. Esta semejanza les puso Jesús, pero ellos no entendieron a qué se
refería. Entonces añadió Jesús: - Pues sí, os aseguro que yo soy la puerta de
las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero
las ovejas no les han hecho caso. Yo soy la puerta; el que entre por mí quedará
a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón no viene más que
para robar, sacrificar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y les
rebose.
NUEVA RELACIÓN CON JESÚS
En
las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús
reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de
nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús
acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes
al hablar de la relación de las ovejas con su Pastor.
Lo
primero es "escuchar su voz" en toda su frescura y originalidad. No
con fundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas.
No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se
escuchen en el interior de la
Iglesia , no comunican su Buena Noticia.
Es
importante sentirnos llamados por Jesús "por nuestro nombre".
Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más
alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas,
nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es
decisivo "seguir" a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas
sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos
en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y
responsabilidad.
Es
vital caminar teniendo a Jesús "delante de nosotros". No hacer el
recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea
de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que
se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas
nuestras teorías.
Esta
relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va
despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi
solo un deseo. Por lo general, crece rodeada de dudas, interrogantes y
resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con
Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.
Estoy
convencido de que el futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en
buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos
cristianos. Ahora mismo, la fe se está reavivando o se va extinguiendo en nuestras
parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las
formamos.
La
increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra
relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por la rutina, la
indiferencia y la despreocupación. Por eso, el Papa Francisco ha reconocido que
"necesitamos crear espacios motivadores y sanadores... lugares donde
regenerar la fe en Jesús". Hemos de escuchar su llamada.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario