María, contigo y como tu

María, llena de gracia  y ejemplo de fidelidad: enséñanos a reconocer los dones de Dios y agradecerlos, a valorarlos y hacerlos fructificar.

Tú, esclava incondicional de Dios, maestra y discípula de Jesús, intercede por nosotras para que dando un sí incondicional a los planes de Dios, colaboremos con tu Hijo, el Maestro Bueno.

María de Nazaret, mujer trabajadora, haz que realicemos las cosas pequeñas con un corazón  grande, líbranos de pretender ser servidos, lánzanos a servir incondicionalmente a Cristo tu Hijo presente en cada hermano.

Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, nos comprometemos a vivir las exigencias de nuestro bautismo: actuar como hijos de Dios, como hermanos;
Queremos hacer fructificar nuestros talentos en el servicio educativo que la Madre Iglesia nos ha confiado. 

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