Dios de la luz

Lámpara es tu Palabra para mi vida, Señor;
decir tu nombre es una explosión de luz y de alegría.
El Señor es mi luz; nada temo
porque él alumbra todas mis oscuridades.
El Señor se acerca siempre
para iluminar nuestros pasos cansados.
En el sendero de la vida, Jesús, es la luz de las gentes,
el camino luminoso, la verdad que se hace luz y esperanza.

¿A quién iremos, Señor?
¿A quién acudir cuando llega la noche?
Sólo tú eres la luz y la salvación de los hombres,
el Redentor de cada ser humano,
preocupado por todos los dramas de los hombres.

El Señor es la luz de nuestras vidas,
el amanecer deslumbrante.
El Señor es mi luz y mi salvación,
la cabaña donde me refugio de la tormenta.

Como el pájaro encontró su nido
en los atrios del templo,
así es de bueno el Señor,
pues nos deja anidar en su corazón
y hacer morada en él
pues vive en nosotros como luz y vida.

Cuando me asalta algún peligro no temo,
porque su luz guía mis pasos;
él es la brújula de mi vida,
la luz que inunda de paz todo mi ser.

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