Nos envías a consolar y a acompañar

Nos has puesto en el mundo, a tu gente,
para suavizar el dolor de otras vidas,
para acompañar los malos momentos,
para ayudar a llevar el peso de la cruz.

Nos envías a los hermanos a repartir ternura,
a decir el afecto, a potenciar al caído,
a consolar al doliente, a sanar las heridas
y a amar a todos como lo hacías tú, Jesús.

Nos envías por el mundo, Señor,
a traer la buena noticia de tu amor,
a recordar que la fraternidad es posible
y la igualdad es una tarea a conseguir.

Nos envías a despertar conciencias,
a descansar a los que están quemados,
a sosegar a los intranquilos e irritados,
a crear clima fraterno y cercano.

Nos envías cada día, en cada momento,
a todos tus hijos y a todos los rincones del mundo,
para llevar tu mensaje de fraternidad,
de paz, de perdón, de igualdad y de justicia.

Nos envías para estar disconformes y luchar,
para cambiar este mundo injusto y mal repartido,
para hacerlo humano, igualitario y feliz
y no descansar hasta que todo el mundo viva dignamente.

Nos envías, Señor, para que logremos para todos
la vida en abundancia,
la dignidad completa
y el amor y el pan partido y repartido entre todos.

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