Orientar nuestra vida hacia el amor significa tener
una mirada limpia para ser capaces de descubrir el amor en las personas que nos
rodean, en la naturaleza que nos envuelve, en las situaciones que vivimos, en
la familia, en los amigos.
Con frecuencia ponemos el catalejo al revés y solo
somos capaces de mirarnos a nosotros mismos, a nuestros problemas, nuestras
inquietudes, aquellas pequeños o grandes cosas que rodean cada uno de nuestros
días.
Salgamos al mundo, demos la vuelta al catalejo para
descubrir a los otros y sobre todo para AMAR a los otros con el mismo amor que
Dios nos ha ofrecido por medio de Jesús.
Orientemos el timos de nuestra vida hacia ese
corazón que se ensancha cuando somos capaces de entregarnos con generosidad.
Os proponemos
realizar un mural con un gran corazón en el que vayamos escribiendo todo
aquello que queremos cambiar en este adviento para acercarnos a Jesús.
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